martes, 14 de mayo de 2013

Textos inéditos pertenecientes a El árbol de la palabra


Estos cuatro textos pertenecen a un libro inédito llamado "El árbol de la palabra". Ahí Alcalde elabora "covers" de sus poemas favoritos.

¿Ya está avanzando el año?
R.A. Schöder

El invierno ha venido a buscarnos
como si la edad, como si la porfía del tiempo
cansado de sostener cada árbol
abandonara las sombras y su tormento.

Curvados, la tierra nos llama
poco a poco desde las alturas
y vamos bajando las vidas
solitarios: sueños lentos, canos.

Ramajes finales, vejez constante
como si los últimos días
sólo subieran hasta los ojos
y regresaran oscuros, vacíos.

El alma ciega toda raíz y se extermina
adelantándose a la muerte.
En el silencio sin misericordia
un árbol nos envejece, hoja por hoja.






De cuando el hijo de nuestro príncipe murió en el momento de nacer
Matthias Claudius

Dan la orden de llorar
Y empezamos ablandando el pequeño ataúd
Hasta soltarlo de la tierra
Para que cada lágrima navegue eternamente.

Se ha desprendido de sus raíces
Y la muerte lo escucha
Y aúlla su madre como una tempestad
Retorciendo el dolor con angustia.

El niño lleva en sus manos el primer rayo.
Detrás, otros iremos a detenernos.
apoyando los días en el muro frontal
sujetando el furor de la sangre iluminada.

Aunque vivió en el exilio del tiempo
ciego a todo imperio detenido
y su corona como las hojas, vaciló
crepitando rodeada de relámpagos.

El poder del magisterio fue dado a cada ciudadano
junto con el grito ecuánime de la justicia
Con la pompa que enardece la luz.
La luz que sólo unos pocos reciben, desnudos.

Aún los que viven expuestos al sol
y a la cordura, gastándose sin prisa
vaciando los rostros, perdurables y frágiles
también hurgan la noche, viajan
detrás de las sombras, raspan las tinieblas
y en vano, a tientas, buscan la verdad profunda.

Y caminan embelesados
por el pavor de vivir como si de pronto
se vaciara también la muerte
en su quietud más urgente
para llegar otra vez a las raíces
donde el pequeño monarca asciende por sus frutos
y nos tienta con su transparente oferta.

  
Oda a Landauer

Holderlin

Loor al hombre de la casa profunda
en cuyos laberintos se instaló la sonrisa
donde el alma anchurosa y transparente
queda sometida al rigor del invierno y el olvido.

Repartiendo el fuego, azuzando la alegría
sin enturbiar el amor claro y doméstico
aquel que jamás peligra y tanto aviva
y se mortifica callando y perdiendo.

Demorando toda sensación de angustia
dejando el sol ovillado en los cristales
y en los bienes visibles que como el cielo
a la noche, integran la memoria del tiempo.

Ahí la mujer florece y sale al encuentro
del hombre cantando en sus entrañas
para edificar la profundidad del ser:
sangres pequeñas, manos, estrellas bifrontes.

Aunque en vano cada instante desnude
la alegría, aminore con furor los sentidos
la pulcritud y el orden de la eternidad
¡Oh corta dicha imperturbable y en movimiento!

Justo cuando la felicidad es completa
cuando envejecer no es un sacrificio
cuando la muerte no apura el orden inmortal
y es la luz la que avanza sin piedad, rapidísimo.


Hora nocturna
Karl Kraus

Noche de las noches, huyendo
tan pronto como la tocamos
ave de tal velocidad que ciega
su adelanto y anticipo: el día.

Noche de las noches, llegando
aposentándose en todos los temblores
y en la claridad de su parpadeo
la muerte cambia de estacionamiento.

Noches de las noches, volando
como si el hombre detuviera
la porfía de la existencia
y vida y muerte fueran solo indivisibles.

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